Durante muchos siglos, las
enseñanzas de la Cirugía quedaron excluidas de la educación universitaria por
la valoración negativa del trabajo manual y de la técnica, catalogadas como
tareas de rango inferior, siguiendo los designios de los valores marcados por
las culturas clásicas. En consecuencia, la formación de los cirujanos quedó
relegada al aprendizaje puramente artesanal. No obstante, esta situación va a
cambiar radicalmente en la segunda mitad del siglo XVIII donde van a producirse
una serie de acontecimientos, políticos y militares, que harán transformar
notablemente los sistemas de enseñanza de la Medicina y Cirugía en Europa,
consiguiendo equiparar la profesión de cirujano con la de médico.
La necesidad de disponer de
cirujanos para la Armada y el Ejército, junto con el magnífico desarrollo que
estaba experimentando la técnica quirúrgica, fue el detonante que favoreció el
comienzo de la reforma. Las distintas guerras mantenidas por España, en aquella
época, precisaron del establecimiento de multitud de hospitales militares de
campaña que requerían, a su vez, de abundante personal médico, muchos de ellos
sin la debida formación y graduación por la falta de la adecuación de medios y
las rigideces del sistema de enseñanza imperante en aquellos momentos en
España. El problema surgió cuando, cesadas las hostilidades militares, aquel
personal tenía que ser reconvertido a la práctica civil, con la consiguiente
complejidad que suponía esta incorporación, sin existir un procedimiento de
homologación para el ejercicio profesional.